primera parte
COMPRENDO QUE TUS BESOS - Manuel Acuña
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos;
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos
y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos
y en vez de amarte menos,
te quiero mucho más...
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos;
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos
y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos
y en vez de amarte menos,
te quiero mucho más...
LA LLAMA DEL AMOR - Teodoro Guerrero
El fuego de una pasión
muy tarde o nunca se apaga,
aunque en el pecho se haga
pedazos el corazón;
porque el alma enamorada
que aparece fría y muerta
se reanima y despierta
al calor de una mirada.
El fuego de una pasión
muy tarde o nunca se apaga,
aunque en el pecho se haga
pedazos el corazón;
porque el alma enamorada
que aparece fría y muerta
se reanima y despierta
al calor de una mirada.
MADRIGAL - Amado Nervo
Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.
Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.
Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.
Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.
¡Oh, cuál te adoro! - Carolina Coronado
¡Oh, cuál te adoro con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aún te llama exaltada el alma mía!.
Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se encuentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.
No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando mi amor me cuentas y deliras,
revelando la fe de tu contento;
tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.
¡Oh, cuál te adoro con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aún te llama exaltada el alma mía!.
Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se encuentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.
No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando mi amor me cuentas y deliras,
revelando la fe de tu contento;
tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.
LO MÁS NATURAL - Amado Nervo
Me dejaste -como ibas de pasada-
lo más inmaterial que es tu mirada.
Yo te dejé -como iba tan de prisa-
lo más inmaterial, que es mi sonrisa.
Pero entre tu mirada y mi risueño
rostro quedó flotando el mismo sueño.
Me dejaste -como ibas de pasada-
lo más inmaterial que es tu mirada.
Yo te dejé -como iba tan de prisa-
lo más inmaterial, que es mi sonrisa.
Pero entre tu mirada y mi risueño
rostro quedó flotando el mismo sueño.
VIENES A MÍ - Enrique González Martínez
Vienes a mí, te acercas y te anuncias
con tan leve rumor, que mi reposo
no turbas, y es un canto milagroso
cada una de las frases que pronuncias.
Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas,
y hay al mirarnos atracción tan fuerte,
que lo olvidamos todo, vida y muerte,
suspensos en la luz de tus pupilas.
Y mi vida penetras y te siento
tan cerca de mi propio pensamiento
y hay en la posesión tan honda calma,
que interrogo al misterio en que me abismo
si somos dos reflejos de un ser mismo,
la doble encarnación de una sola alma.
Vienes a mí, te acercas y te anuncias
con tan leve rumor, que mi reposo
no turbas, y es un canto milagroso
cada una de las frases que pronuncias.
Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas,
y hay al mirarnos atracción tan fuerte,
que lo olvidamos todo, vida y muerte,
suspensos en la luz de tus pupilas.
Y mi vida penetras y te siento
tan cerca de mi propio pensamiento
y hay en la posesión tan honda calma,
que interrogo al misterio en que me abismo
si somos dos reflejos de un ser mismo,
la doble encarnación de una sola alma.
AQUEL BESO - Miguel de Unamuno
¡Aquel beso, aquel beso,
semilla de mi pasión!
De él quedé por siempre preso,
siento su gigante peso
encima de del corazón.
Con él me quitaste el seso
antes de tener razón;
va en mis entrañas impreso
y muero bajo el acceso
de su regeneración.
¡Aquel beso, aquel beso,
semilla de mi pasión!
De él quedé por siempre preso,
siento su gigante peso
encima de del corazón.
Con él me quitaste el seso
antes de tener razón;
va en mis entrañas impreso
y muero bajo el acceso
de su regeneración.
MARTIRIO - Leopoldo Lugones
Al ver la angustia que siento
si te apartan de mi lado,
todos comprenden al punto
la gravedad de mi estado.
Con alarma me reprochan
la pasión de que me muero,
y yo nada les respondo,
pero más y más te quiero.
Como a nadie oculto el alma,
todos conocen mi historia,
y saben que en tu amor puse
gozo y pena, infierno y gloria.
Me dicen que un delirio
que labró mi mala suerte,
yo sólo sé – les respondo-
que te querré hasta la muerte.
Al ver la angustia que siento
si te apartan de mi lado,
todos comprenden al punto
la gravedad de mi estado.
Con alarma me reprochan
la pasión de que me muero,
y yo nada les respondo,
pero más y más te quiero.
Como a nadie oculto el alma,
todos conocen mi historia,
y saben que en tu amor puse
gozo y pena, infierno y gloria.
Me dicen que un delirio
que labró mi mala suerte,
yo sólo sé – les respondo-
que te querré hasta la muerte.
APAISEMENT - Manuel Magallanes
Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma lentamente
y se nos duerme el desear.
Como dos niños que jamás supieron
de los ardores del amor,
en la paz de la tarde nos miramos
con novedad de corazón.
Violeta era el color de la montaña.
Ahora azul, azul está.
Era una soledad el cielo. Ahora
por él la luna de oro va.
Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
Somos el hombre y la mujer.
Conscientes de ser nuestros nos miramos
en el sereno atardecer.
Son del color del agua tus pupilas:
del color del agua del amar.
Desnuda, en ellas se sumerge mi alma,
con sed de amor y eternidad.
Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma lentamente
y se nos duerme el desear.
Como dos niños que jamás supieron
de los ardores del amor,
en la paz de la tarde nos miramos
con novedad de corazón.
Violeta era el color de la montaña.
Ahora azul, azul está.
Era una soledad el cielo. Ahora
por él la luna de oro va.
Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
Somos el hombre y la mujer.
Conscientes de ser nuestros nos miramos
en el sereno atardecer.
Son del color del agua tus pupilas:
del color del agua del amar.
Desnuda, en ellas se sumerge mi alma,
con sed de amor y eternidad.
UN RECUERDO Y UN SUSPIRO - José Zorrilla
¡Corazón que no has amado,
Tú no sabes el dolor
De un corazón acosado,
Carcomido y desgarrado
Por amarguras de amor!
No sabes cómo se llora
Con ese llanto que quema,
Con la noche y con la aurora,
Con ese sol que colora
En la frente un anatema.
Se llora con el placer,
Se llora con el pesar,
Con el recuerdo de ayer,
Y mañana hay que llorar
Si nos ama una mujer.
Tú, velado a la tormenta
De borrascosa pasión,
No sabes cómo se aumenta,
Cómo inflamada revienta
La pena en el corazón.
Cómo le devora eterno
Ese esperar indeciso,
Cómo abrasa el fuego interno
De tener hoy un infierno
Donde estuvo un paraíso.
¡Amar y no ser amado!
¡Sentir y no consentir!
¡Morir viviendo olvidado!
¡Ay! ¡Morir de enamorado
Y no poderlo decir!
¡Corazón que no has amado,
Tú no sabes el dolor
De un corazón acosado,
Carcomido y desgarrado
Por amarguras de amor!
No sabes cómo se llora
Con ese llanto que quema,
Con la noche y con la aurora,
Con ese sol que colora
En la frente un anatema.
Se llora con el placer,
Se llora con el pesar,
Con el recuerdo de ayer,
Y mañana hay que llorar
Si nos ama una mujer.
Tú, velado a la tormenta
De borrascosa pasión,
No sabes cómo se aumenta,
Cómo inflamada revienta
La pena en el corazón.
Cómo le devora eterno
Ese esperar indeciso,
Cómo abrasa el fuego interno
De tener hoy un infierno
Donde estuvo un paraíso.
¡Amar y no ser amado!
¡Sentir y no consentir!
¡Morir viviendo olvidado!
¡Ay! ¡Morir de enamorado
Y no poderlo decir!
SI EN MI TRISTEZA REPARA - Leopoldo Lugones
Si en mi tristeza repara
tu implacable frialdad,
me preguntas por quién lloro...
¡Por quién podría llorar!
Si contemplando una estrella
me abismo en la soledad,
en quién pienso, me preguntas...
¡En quién podría pensar!
Si en la alta noche dormido
me arranca quejas mi mal,
me preguntas con quién sueño...
¡Con quién podría soñar!
Si mi hondo desasosiego,
vagabundo me echa a andar,
a quién busco, me preguntas...
¡A quién podría buscar!
Y cuando invoco la muerte,
cansado ya de sufrir,
de qué muero, me preguntas...
¡De qué podría morir!.
RIMA XXXIX - Gustavo Adolfo Bécquer
¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,
es altanera y vana y caprichosa.
Antes que el sentimiento de su alma
brotará el agua de la estéril roca.
Sé que en su corazón, nido de sierpes,
no hay una fibra que al amor responda;
que es una estatua inanimada... pero...
¡es tan hermosa!!
APARTE - FRANCISCO A. DE ICAZA
Sigue para todos
deseosa y fría
y que un vago ensueño
sea el único dueño
de tu fantasía
Me miras y callas
con rostro risueño
en tu rostro cándido
qué cosas diría
si no fuese un loco
e imposible empeño
que yo fuese tuyo
y tú fueses mía
DESDÉN - Leopoldo Lugones
Si tan sólo una caricia
de tus ojos consiguiera,
precio digno de tal gloria
la vida me parecería.
Si con mortal puñalada
tu rencor me hiriese un día,
por padecer de tu mano
contento sucumbiría.
Pero lo que de seguro
va a darme muerte angustiada
es que para mi no seas
ni caricia ni puñalada.
Rondeles - JULIÁN DEL CASAL
I
De mi vida misteriosa,
Tétrica y desencantada,
Oirás contar una cosa
Que te deje el alma helada.
Tu faz de color de rosa
Se quedará demacrada,
Al oír la extraña cosa
Que te deje el alma helada.
Mas sé para mí piadosa,
Si de mi vida ignorada,
Cuando yo duerma en la fosa,
Oyes contar una cosa
Que te deje el alma helada.
II
Quizás sepas algún día
El secreto de mis males,
De mi honda melancolía
Y de mis tedios mortales.
Las lágrimas a raudales
Marchitarán tu alegría,
Si a saber llegas un día
El secreto de mis males.
III
Quisiera de mí alejarte,
Porque me causa la muerte
Con la tristeza de amarte
El dolor de comprenderte.
Mientras pueda contemplarte
Me ha de deparar la suerte,
Con la tristeza de amarte
El dolor de comprenderte.
Y sólo ansío olvidarte,
Nunca oírte y nunca verte,
Porque me causa la muerte
Con la tristeza de amarte
El dolor de comprenderte.
Cantares - Ramón de Campoamor
La amo tanto, a mi pesar,
que aunque yo vuelva a nacer,
la he de volver a querer
aunque me vuelva a matar.
• • •
Está tu imagen, que admiro,
tan pegada a mi deseo, que,
si al espejo me miro,
en vez de verme, te veo.
• • •
Cuando pasas por mi lado
sin tenderme la mirada,
¿no te acuerdas de mí nada,
o te acuerdas demasiado?
• • •
Por más contento que esté,
una pena en mí se esconde,
que la siento no sé donde
y nace de no sé qué.
• • •
Si ayer tropecé bastante,
hoy tropiezo mucho más;
antes, mirando adelante
después, mirando hacia atrás.
• • •
Tengo un consuelo fatal
en medio de mi dolor,
y es que, hallándome tan mal,
nunca podré estar peor.
• • •
Ten paciencia, corazón;
que es mejor, a lo que veo,
deseo sin posesión,
que posesión sin deseo.
• • •
Ni te tengo que pagar,
ni me quedas a deber;
si yo te enseñé a querer,
tú me enseñase a olvidar.
► Desde que tú me miraste - Manuel Amor Meilán
Desde que tú me miraste,
tan solo tus ojos veo:
o es que los demás no existen
o es que me dejaste ciego.
SOBRE EL AMOR - Pablo de Jerica
Tener con una idea
la mente divertida;
sentir su alama oprimida
con un grato dolor;
mirar a cada instante
su amado bien presente…,
es eso cabalmente
lo que se llama amor.
Dejar triste su amiga;
volver gozoso a hablarle;
y no poder tocarla
sin un violento ardor.
Llamarla a todas horas
mi vida, mi embeleso…,
precisamente es eso
lo que se llama amor.
Hallar un bien cumplido
en un favor ligero;
tener por un mal fiero
cualquier pequeño error,
reír, llorar y hallarse
temiendo y esperando…,
esto es vivir pasando
la enfermedad del amor.
Reñir y hacer las paces,
volver a reñir luego,
mas no encontrar sosiego
hasta querer mejor;
y hallar en tiernos lazos
el premio apetecido…,
esto es y siempre ha sido
lo que se llama amor.
Rima XXIX - Gustavo Adolfo Bécquer
Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros.
No veíamos las letras
ninguno creo;
mas guardábamos ambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo.
Y nuestros ojos se hallaron,
y sonó un beso.
MÁTAME- T. MARTÍNEZ BARRIONUEVO
¡Tu desdén me está matando!
¡Si he de morir, yo prefiero
que me mates de cariño,
con tu afán y con tus celos,
mientras estrecho tu mano,
mientras aspiro tu aliento,
y cuando muera, que cierres
mis párpados con un beso
para que no esté en la caja
llorando después de muerto!
Indecisión - T.Senderos
Inquietarse, temer, no resolverse;
hallada la ocasión, no aprovecharse;
retorceder medroso y espantarse
de aquello que desea poseerse.
Al mirar la ilusión desvanecerse,
en febriles deseos abrasarse,
cobrar de nuevo aliento y arriesgarse
y en medio del camino detenerse.
El esfuerzo de ayer, ver hoy desecho,
y gemir contemplando aprisionada
la firme voluntad en lazo estrecho.
Contradicción fatal nunca explicada;
arder el corazón dentro del pecho
y en los labios la voz quedarse helada.
LOS MEJORES OJOS - CÉSAR CONTO
Ojos azules hay bellos,
hay ojos pardos que hechizan
y ojos negros que electrizan
con sus vívidos destellos.
Pero, fijándose en ellos,
se encuentra que, en conclusión,
los mejores ojos son,
por más que todos se alaben,
los que expresar mejor saben
lo que siente el corazón.
MARGARITA - RUBÉN DARÍO
¿Recuerdas que querías ser una Margarita
Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita,
en una noche alegre que nunca volverá.
Tus labios escarlatas de púrpura maldita
sorbían el champaña del fino baccarat;
tus dedos deshojaban la blanca margarita,
«Sí... no... sí... no...» ¡y sabías que te adoraba ya!
Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.
Y en una tarde triste de los más dulces días,
la Muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡como a una margarita de amor, te deshojó!
A UNOS OJOS - RAMÓN DE CAMPOAMOR
Más dulces habéis de ser,
si me volvéis a mirar,
porque es malicia, a mi ver,
siendo fuente de placer,
causarme tanto pesar.
De seso me tiene ajeno
el que en suerte tan cruel
sea ese mirar sereno
sólo para mí veneno,
siendo para otros miel.
Si crueles os mostráis,
porque no queréis que os quiera,
fieros por demás estáis,
pues si amándoos me matáis,
si no os amara, muriera.
Y me es doblado tormento
y el dolor más importuno,
el ver que mostráis contento
en ser crudos para uno,
siendo blandos para ciento.
Y es injusto por demás
que tengáis ojos serenos,
a los que de amor ajenos,
os aman menos, en más,
y a mí que amo más, en menos...
¡Oh, si vuestra luz querida
para alivio de mi suerte
fuese mi bella homicida!
¡Quién no cambiara su vida
por tan dulcísima muerte!
Y sólo de angustias lleno,
me es más que todo cruel,
el que ese mirar sereno
sea para mí veneno,
siendo para todos miel.
CELOS - CECILIA CAMPS
Tu sombra ser quisiera ni un momento
apartar de tus ojos la mirada;
vivir dentro de ti, sin ser notada,
y sorprender tu oculto pensamiento.
Tu desdén lloro y mi dolor aumento
fingiéndome a mí misma traicionada,
y unas veces te llamo enamorada
y otras maldigo tu mentido acento.
Cuando tu voz me jura amor eterno,
si en tus brazos pretendo hallar la calma,
surge la duda ahogando mis anhelos.
Arde en mis venas fuego del infierno
y en el mar encrespado de mi alma,
cual fiero vendaval, rugen los celos...
¡QUÉ A GUSTO SERÍA... ! - Augusto Ferrán
Qué a gusto sería
sombra de tu cuerpo
¡Todas las horas del día de cerca
te iría siguiendo!
Y mientras la noche
reinara en silencio,
toda la noche tu sombra estaría
pegada a tu cuerpo.
Y cuando la muerte
llegara a vencerlo,
sólo una sombra por siempre serían
tu sombra y tu cuerpo.
EN UN ÁLBUM - JUAN CLEMENTE ZENEA
Tú vas hacia una orilla
de donde triste vengo,
lo que tú buscas ahora
es ¡ay!, lo que yo dejo!
Tú vas a ver un alba
que baña de oro el cielo,
y yo a ver un sol mustio
que ya se está poniendo.
Tú vas a sembrar flores
en fértiles terrenos;
yo voy a alzar mi tienda
en áridos desiertos.
Vas a lanzar tu barca
sobre un océano inmenso;
vas a aplicar al labio
la copa de los sueños.
¡Que duerma entre las velas
la cólera del viento,
que amor rompa las ondas
al golpe de sus remos!
¡Que, como yo, no tengas
que suplicar al cielo;
que encuentres, ¡ay!, almíbar
donde yo hallé veneno!
NO ADORO LA HERMOSURA - MANUEL S. PICHARRO
No adoro la hermosura
que con serlo se basta,
porque el tiempo desgasta
la frágil envoltura.
Amo la esencia pura
bajo la forma casta,
lo que el tiempo no gasta,
lo que vive y perdura.
No me arroba tampoco
gracia que bien no deja.
Y a mi espíritu encanta
más que la luz, el foco;
más que la miel, la abeja;
más que la flor, la planta.
TRIOLET - MANUEL GONZÁLEZ PRADA
I
Algo me dicen tus ojos;
mas lo que dicen no sé.
Entre misterio y sonrojos,
algo me dicen tus ojos.
¿Vibran desdenes y enojos,
o hablan de amor y de fe?
Algo me dicen tus ojos;
mas lo que dicen no sé.
Plenilunio - Fabio Fiallo (A Américo Lugo)
Por la verde alameda, silenciosos,
íbamos ella y yo
la luna tras los montes ascendía,
en la fronda cantaba el ruiseñor.
Y le dije… No sé lo que le dijo
mi temblorosa voz…
En el éter detúvose la luna,
interrumpió su canto el ruiseñor,
y la amada gentil, turbada y muda,
al cielo interrogó.
¿Sabéis de esas preguntas misteriosas
que una respuesta son?
Guarda, ¡oh, luna, el secreto de mi alma;
cállalo, ruiseñor!
RIMA XCIV - GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Podrá nublarse el sol eternamente,
podrá secarse en un instante el mar,
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón,
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.
ÚLTIMA RIMA - JUANA BORRERO
Yo he soñado en mis lúgubres noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
con un beso de amor imposible
sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Yo no quiero el deleite que enerva,
el deleite jadeante que abrasa,
y me causan hastío infinito
los labios sensuales que besan y manchan.
¡Oh, mi amado!, ¡mi amado imposible!
Mi novio soñado de dulce mirada,
cuando tú con tus labios me beses,
bésame sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Dame el beso soñado en mis noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
que me deje una estrella en los labios
y un tenue perfume de nardo en el alma.
Ni vivir puedo en tu ausencia... - Blanca de los ríos
Ni vivir puedo en tu ausencia,
Ni vivo cuando te veo,
ni es del mundo este deseo
que consume mi existencia.
Nieve soy en tu presencia
y volcán lejos de ti,
y es que tienen sobre mí
tal poder, que dudé al verte
si era amor o la muerte
lo que en el alma sentí...
¿cómo vivir en tu ausencia,
si no merezco el infierno,
que el deseo es fuego eterno
y yo mortal existencia?
¡Si he perdido la conciencia
del tiempo y de mi razón,
si es la vida mi prisión!
¿De qué sirve el albedrío,
si yo ya no tengo mío
ni mi propio corazón?
¡Si pienso con tu razón,
si respiro con tu aliento,
si el tuyo y mi pensamiento
fundió en uno la pasión,
si duda mi corazón
dónde su huésped anida;
si dudé en la despedida
entre quemarme o partir,
porque no sé definir
cuál es tu vida o mi vida!...
LAS GARZAS - RICARDO MIRÓ
Las garzas me enamoran... Son lo que huye,
lo intocado, que vuela y se evapora;
y como tras su marcha soñadora
un cansancio infinito se diluye,
el vuelo de las garzas me enamora...
En los lagos dormidos entre brumas,
cuando abre sus párpados la Aurora,
bajo la nieve casta de sus plumas
son el alma de luz de las espumas
y su blancor entonces me enamora...
Las garzas me enloquecen... Su blancura,
su mudez, el dolor que las aqueja,
me empujan a quererlas con ternura.
Yo tengo la infinita desventura
de amar lo que se va, lo que se aleja...
Pero yo amo las garzas porque existe
un amable recuerdo en mi memoria.
Es el tuyo: tú fuiste blanca y triste,
y volando, en silencio, te perdiste,
en el cielo sin nubes de mi historia.
RIMA IV LOS SUSPIROS SON AIRE... - GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
A LA VIOLETA - DOLORES CABRERA
Flor, la de las lindas hojas,
la del cáliz delicado,
la que derrama en el prado
su perfume embriagador.
Tú, que en la hierba naciste,
y te ocultas siempre en ella,
eres la imagen más bella
que representa al amor.
No a ese arrebatado y ciego
que a veces el labio miente,
sino al tímido, que siente
un sensible corazón.
A ese amor que nos inspira
un ser que nuestra alma adora,
y que, sin embargo, ignora
nuestra ardorosa pasión.
Más, ¡ay!, un día nos vende
el fuego de una mirada,
cual su esencia delicada
te vende a ti, ¡pobre flor!
Por ella yo te descubro
entre la hierba escondida,
que eres mi flor preferida,
imagen de un tierno amor.
XXXVIII - GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
nadie así te amará.
Si en mi tristeza repara
tu implacable frialdad,
me preguntas por quién lloro...
¡Por quién podría llorar!
Si contemplando una estrella
me abismo en la soledad,
en quién pienso, me preguntas...
¡En quién podría pensar!
Si en la alta noche dormido
me arranca quejas mi mal,
me preguntas con quién sueño...
¡Con quién podría soñar!
Si mi hondo desasosiego,
vagabundo me echa a andar,
a quién busco, me preguntas...
¡A quién podría buscar!
Y cuando invoco la muerte,
cansado ya de sufrir,
de qué muero, me preguntas...
¡De qué podría morir!.
RIMA XXXIX - Gustavo Adolfo Bécquer
¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,
es altanera y vana y caprichosa.
Antes que el sentimiento de su alma
brotará el agua de la estéril roca.
Sé que en su corazón, nido de sierpes,
no hay una fibra que al amor responda;
que es una estatua inanimada... pero...
¡es tan hermosa!!
APARTE - FRANCISCO A. DE ICAZA
Sigue para todos
deseosa y fría
y que un vago ensueño
sea el único dueño
de tu fantasía
Me miras y callas
con rostro risueño
en tu rostro cándido
qué cosas diría
si no fuese un loco
e imposible empeño
que yo fuese tuyo
y tú fueses mía
DESDÉN - Leopoldo Lugones
Si tan sólo una caricia
de tus ojos consiguiera,
precio digno de tal gloria
la vida me parecería.
Si con mortal puñalada
tu rencor me hiriese un día,
por padecer de tu mano
contento sucumbiría.
Pero lo que de seguro
va a darme muerte angustiada
es que para mi no seas
ni caricia ni puñalada.
Rondeles - JULIÁN DEL CASAL
I
De mi vida misteriosa,
Tétrica y desencantada,
Oirás contar una cosa
Que te deje el alma helada.
Tu faz de color de rosa
Se quedará demacrada,
Al oír la extraña cosa
Que te deje el alma helada.
Mas sé para mí piadosa,
Si de mi vida ignorada,
Cuando yo duerma en la fosa,
Oyes contar una cosa
Que te deje el alma helada.
II
Quizás sepas algún día
El secreto de mis males,
De mi honda melancolía
Y de mis tedios mortales.
Las lágrimas a raudales
Marchitarán tu alegría,
Si a saber llegas un día
El secreto de mis males.
III
Quisiera de mí alejarte,
Porque me causa la muerte
Con la tristeza de amarte
El dolor de comprenderte.
Mientras pueda contemplarte
Me ha de deparar la suerte,
Con la tristeza de amarte
El dolor de comprenderte.
Y sólo ansío olvidarte,
Nunca oírte y nunca verte,
Porque me causa la muerte
Con la tristeza de amarte
El dolor de comprenderte.
Cantares - Ramón de Campoamor
La amo tanto, a mi pesar,
que aunque yo vuelva a nacer,
la he de volver a querer
aunque me vuelva a matar.
• • •
Está tu imagen, que admiro,
tan pegada a mi deseo, que,
si al espejo me miro,
en vez de verme, te veo.
• • •
Cuando pasas por mi lado
sin tenderme la mirada,
¿no te acuerdas de mí nada,
o te acuerdas demasiado?
• • •
Por más contento que esté,
una pena en mí se esconde,
que la siento no sé donde
y nace de no sé qué.
• • •
Si ayer tropecé bastante,
hoy tropiezo mucho más;
antes, mirando adelante
después, mirando hacia atrás.
• • •
Tengo un consuelo fatal
en medio de mi dolor,
y es que, hallándome tan mal,
nunca podré estar peor.
• • •
Ten paciencia, corazón;
que es mejor, a lo que veo,
deseo sin posesión,
que posesión sin deseo.
• • •
Ni te tengo que pagar,
ni me quedas a deber;
si yo te enseñé a querer,
tú me enseñase a olvidar.
► Desde que tú me miraste - Manuel Amor Meilán
Desde que tú me miraste,
tan solo tus ojos veo:
o es que los demás no existen
o es que me dejaste ciego.
SOBRE EL AMOR - Pablo de Jerica
Tener con una idea
la mente divertida;
sentir su alama oprimida
con un grato dolor;
mirar a cada instante
su amado bien presente…,
es eso cabalmente
lo que se llama amor.
Dejar triste su amiga;
volver gozoso a hablarle;
y no poder tocarla
sin un violento ardor.
Llamarla a todas horas
mi vida, mi embeleso…,
precisamente es eso
lo que se llama amor.
Hallar un bien cumplido
en un favor ligero;
tener por un mal fiero
cualquier pequeño error,
reír, llorar y hallarse
temiendo y esperando…,
esto es vivir pasando
la enfermedad del amor.
Reñir y hacer las paces,
volver a reñir luego,
mas no encontrar sosiego
hasta querer mejor;
y hallar en tiernos lazos
el premio apetecido…,
esto es y siempre ha sido
lo que se llama amor.
Rima XXIX - Gustavo Adolfo Bécquer
Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros.
No veíamos las letras
ninguno creo;
mas guardábamos ambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo.
Y nuestros ojos se hallaron,
y sonó un beso.
MÁTAME- T. MARTÍNEZ BARRIONUEVO
¡Tu desdén me está matando!
¡Si he de morir, yo prefiero
que me mates de cariño,
con tu afán y con tus celos,
mientras estrecho tu mano,
mientras aspiro tu aliento,
y cuando muera, que cierres
mis párpados con un beso
para que no esté en la caja
llorando después de muerto!
Indecisión - T.Senderos
Inquietarse, temer, no resolverse;
hallada la ocasión, no aprovecharse;
retorceder medroso y espantarse
de aquello que desea poseerse.
Al mirar la ilusión desvanecerse,
en febriles deseos abrasarse,
cobrar de nuevo aliento y arriesgarse
y en medio del camino detenerse.
El esfuerzo de ayer, ver hoy desecho,
y gemir contemplando aprisionada
la firme voluntad en lazo estrecho.
Contradicción fatal nunca explicada;
arder el corazón dentro del pecho
y en los labios la voz quedarse helada.
LOS MEJORES OJOS - CÉSAR CONTO
Ojos azules hay bellos,
hay ojos pardos que hechizan
y ojos negros que electrizan
con sus vívidos destellos.
Pero, fijándose en ellos,
se encuentra que, en conclusión,
los mejores ojos son,
por más que todos se alaben,
los que expresar mejor saben
lo que siente el corazón.
MARGARITA - RUBÉN DARÍO
¿Recuerdas que querías ser una Margarita
Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita,
en una noche alegre que nunca volverá.
Tus labios escarlatas de púrpura maldita
sorbían el champaña del fino baccarat;
tus dedos deshojaban la blanca margarita,
«Sí... no... sí... no...» ¡y sabías que te adoraba ya!
Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.
Y en una tarde triste de los más dulces días,
la Muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡como a una margarita de amor, te deshojó!
A UNOS OJOS - RAMÓN DE CAMPOAMOR
Más dulces habéis de ser,
si me volvéis a mirar,
porque es malicia, a mi ver,
siendo fuente de placer,
causarme tanto pesar.
De seso me tiene ajeno
el que en suerte tan cruel
sea ese mirar sereno
sólo para mí veneno,
siendo para otros miel.
Si crueles os mostráis,
porque no queréis que os quiera,
fieros por demás estáis,
pues si amándoos me matáis,
si no os amara, muriera.
Y me es doblado tormento
y el dolor más importuno,
el ver que mostráis contento
en ser crudos para uno,
siendo blandos para ciento.
Y es injusto por demás
que tengáis ojos serenos,
a los que de amor ajenos,
os aman menos, en más,
y a mí que amo más, en menos...
¡Oh, si vuestra luz querida
para alivio de mi suerte
fuese mi bella homicida!
¡Quién no cambiara su vida
por tan dulcísima muerte!
Y sólo de angustias lleno,
me es más que todo cruel,
el que ese mirar sereno
sea para mí veneno,
siendo para todos miel.
CELOS - CECILIA CAMPS
Tu sombra ser quisiera ni un momento
apartar de tus ojos la mirada;
vivir dentro de ti, sin ser notada,
y sorprender tu oculto pensamiento.
Tu desdén lloro y mi dolor aumento
fingiéndome a mí misma traicionada,
y unas veces te llamo enamorada
y otras maldigo tu mentido acento.
Cuando tu voz me jura amor eterno,
si en tus brazos pretendo hallar la calma,
surge la duda ahogando mis anhelos.
Arde en mis venas fuego del infierno
y en el mar encrespado de mi alma,
cual fiero vendaval, rugen los celos...
¡QUÉ A GUSTO SERÍA... ! - Augusto Ferrán
Qué a gusto sería
sombra de tu cuerpo
¡Todas las horas del día de cerca
te iría siguiendo!
Y mientras la noche
reinara en silencio,
toda la noche tu sombra estaría
pegada a tu cuerpo.
Y cuando la muerte
llegara a vencerlo,
sólo una sombra por siempre serían
tu sombra y tu cuerpo.
EN UN ÁLBUM - JUAN CLEMENTE ZENEA
Tú vas hacia una orilla
de donde triste vengo,
lo que tú buscas ahora
es ¡ay!, lo que yo dejo!
Tú vas a ver un alba
que baña de oro el cielo,
y yo a ver un sol mustio
que ya se está poniendo.
Tú vas a sembrar flores
en fértiles terrenos;
yo voy a alzar mi tienda
en áridos desiertos.
Vas a lanzar tu barca
sobre un océano inmenso;
vas a aplicar al labio
la copa de los sueños.
¡Que duerma entre las velas
la cólera del viento,
que amor rompa las ondas
al golpe de sus remos!
¡Que, como yo, no tengas
que suplicar al cielo;
que encuentres, ¡ay!, almíbar
donde yo hallé veneno!
NO ADORO LA HERMOSURA - MANUEL S. PICHARRO
No adoro la hermosura
que con serlo se basta,
porque el tiempo desgasta
la frágil envoltura.
Amo la esencia pura
bajo la forma casta,
lo que el tiempo no gasta,
lo que vive y perdura.
No me arroba tampoco
gracia que bien no deja.
Y a mi espíritu encanta
más que la luz, el foco;
más que la miel, la abeja;
más que la flor, la planta.
TRIOLET - MANUEL GONZÁLEZ PRADA
I
Algo me dicen tus ojos;
mas lo que dicen no sé.
Entre misterio y sonrojos,
algo me dicen tus ojos.
¿Vibran desdenes y enojos,
o hablan de amor y de fe?
Algo me dicen tus ojos;
mas lo que dicen no sé.
Plenilunio - Fabio Fiallo (A Américo Lugo)
Por la verde alameda, silenciosos,
íbamos ella y yo
la luna tras los montes ascendía,
en la fronda cantaba el ruiseñor.
Y le dije… No sé lo que le dijo
mi temblorosa voz…
En el éter detúvose la luna,
interrumpió su canto el ruiseñor,
y la amada gentil, turbada y muda,
al cielo interrogó.
¿Sabéis de esas preguntas misteriosas
que una respuesta son?
Guarda, ¡oh, luna, el secreto de mi alma;
cállalo, ruiseñor!
RIMA XCIV - GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Podrá nublarse el sol eternamente,
podrá secarse en un instante el mar,
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón,
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.
ÚLTIMA RIMA - JUANA BORRERO
Yo he soñado en mis lúgubres noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
con un beso de amor imposible
sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Yo no quiero el deleite que enerva,
el deleite jadeante que abrasa,
y me causan hastío infinito
los labios sensuales que besan y manchan.
¡Oh, mi amado!, ¡mi amado imposible!
Mi novio soñado de dulce mirada,
cuando tú con tus labios me beses,
bésame sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Dame el beso soñado en mis noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
que me deje una estrella en los labios
y un tenue perfume de nardo en el alma.
Ni vivir puedo en tu ausencia... - Blanca de los ríos
Ni vivir puedo en tu ausencia,
Ni vivo cuando te veo,
ni es del mundo este deseo
que consume mi existencia.
Nieve soy en tu presencia
y volcán lejos de ti,
y es que tienen sobre mí
tal poder, que dudé al verte
si era amor o la muerte
lo que en el alma sentí...
¿cómo vivir en tu ausencia,
si no merezco el infierno,
que el deseo es fuego eterno
y yo mortal existencia?
¡Si he perdido la conciencia
del tiempo y de mi razón,
si es la vida mi prisión!
¿De qué sirve el albedrío,
si yo ya no tengo mío
ni mi propio corazón?
¡Si pienso con tu razón,
si respiro con tu aliento,
si el tuyo y mi pensamiento
fundió en uno la pasión,
si duda mi corazón
dónde su huésped anida;
si dudé en la despedida
entre quemarme o partir,
porque no sé definir
cuál es tu vida o mi vida!...
LAS GARZAS - RICARDO MIRÓ
Las garzas me enamoran... Son lo que huye,
lo intocado, que vuela y se evapora;
y como tras su marcha soñadora
un cansancio infinito se diluye,
el vuelo de las garzas me enamora...
En los lagos dormidos entre brumas,
cuando abre sus párpados la Aurora,
bajo la nieve casta de sus plumas
son el alma de luz de las espumas
y su blancor entonces me enamora...
Las garzas me enloquecen... Su blancura,
su mudez, el dolor que las aqueja,
me empujan a quererlas con ternura.
Yo tengo la infinita desventura
de amar lo que se va, lo que se aleja...
Pero yo amo las garzas porque existe
un amable recuerdo en mi memoria.
Es el tuyo: tú fuiste blanca y triste,
y volando, en silencio, te perdiste,
en el cielo sin nubes de mi historia.
RIMA IV LOS SUSPIROS SON AIRE... - GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
A LA VIOLETA - DOLORES CABRERA
Flor, la de las lindas hojas,
la del cáliz delicado,
la que derrama en el prado
su perfume embriagador.
Tú, que en la hierba naciste,
y te ocultas siempre en ella,
eres la imagen más bella
que representa al amor.
No a ese arrebatado y ciego
que a veces el labio miente,
sino al tímido, que siente
un sensible corazón.
A ese amor que nos inspira
un ser que nuestra alma adora,
y que, sin embargo, ignora
nuestra ardorosa pasión.
Más, ¡ay!, un día nos vende
el fuego de una mirada,
cual su esencia delicada
te vende a ti, ¡pobre flor!
Por ella yo te descubro
entre la hierba escondida,
que eres mi flor preferida,
imagen de un tierno amor.
XXXVIII - GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
nadie así te amará.
SEGUNDA PARTE
RIMAS - JUAN JOSÉ LLOVET
El tiempo es oro, mujer;
yo no lo puedo perder
en pedir ni en esperar.
Sé mía si lo has de ser;
si no, déjame marchar,
que el tiempo es oro, mujer.
¡El sol baja tan a prisa!
¡Llega tan pronto a su ocaso!
Hay que caminar de prisa,
hay que aligerar el paso.
¡El sol baja tan aprisa!
Me queda tanto que andar
y tanto por qué reír
y tanto por qué llorar.
¡Para lo que he de vivir,
me queda tanto que andar!
No te arrepientas después.
Piensa de qué vivirás
si dejas morir la mies.
¡Yo no ando nunca hacia atrás!
¡No te arrepientas después!
CUANDO VAYAMOS AL MAR... - DULCE MARÍA LOYNAZ
Cuando vayamos al mar
yo te diré mi secreto...
Mi secreto me parece
a la ola y a la sal.
Cuando vayamos al mar
te lo diré sin palabras:
Por debajo del agua quieta,
desdibujado y fugaz,
mi secreto pasará
como un reflejo del agua,
como una rama de algas
entre flores de cristal...
Cuando vayamos al mar
yo te diré mi secreto:
Me envuelve, pero no es ola.
Me amarga... pero no es sal.
MIS OJOS ACARICIARON - JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Mis ojos acariciaron
la gracia de su sonrisa;
era otoño y la mañana
estaba lluviosa y fría.
Yo le conté que mi alma
soñaba una dulce vida
en que el amor fuera todo:
flores, penumbras y espinas.
Le dije que ya llegaban
las tardes largas y frías
del invierno, y que las penas
eran mis únicas dichas.
Ella me miró serena
y me dijo entre sonrisas
que ya hacía mucho tiempo
que en silencio me quería.
Inventar la verdad - XABIER VILLARRUTIA
Pongo el oído atento al pecho,
como, en la orilla, el caracol al mar.
Oigo mi corazón latir sangrando
y siempre y nunca igual.
Sé por qué late así, pero no puedo
decir por qué será.
Si empezara a decirlo con fantasmas
de palabras y engaños, al azar,
llegaría, temblando de sorpresa,
a inventar la verdad:
¡Cuando fingí quererte, no sabía
que te quería ya!
Oración - Ignacio B. Anzoategui
Cuando muera no quiero
que me llores; apenas
que me mires dormido
entre las azucenas;
que me toques las manos,
y en el aire de acero
que me digas, me digas
simplemente: "Te quiero".
Adolescencia - Juan Ramón Jiménez
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
-El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño-.
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas
como quien pierde un tesoro.
-Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos-.
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.
ABRIL - JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Se vistió la nieve
de vagos carmines.
¿Me quieres?- me dijo
¡Te quiero!- le dije.
Me besó en la boca
con un beso inmenso.
Abril vino al mundo
y yo quedé muerto.
¡Oh, esta sed de ternura…¡ - ALICIA LARDE
¡Oh esta sed de ternura que me seca la boca,
y que pone en mi alma esa fiebre tan loca¡
¡Oh, este ardiente deseo de sentirme querida,
sin pensar en el hondo amargor de la vida¡…
¡Oh, este anhelo infinito de sentirme arrullada
con la suave caricia de una dulce mirada¡…
¡Oh, esta amarga tristeza de saber que los cardos
de mi ruta, no puedo convertirlos en nardos¡
¡y llevar en el alma la blancura del lirio¡
¡y vivir con la llama que consume a los cirios¡
y ser astro, ser ave, ser perfume, ser trino,
¡y tener que cruzar ignorada el camino¡
La despedida - GERARDO DIEGO
Aquel día -estoy seguro-
me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba...
-Me vas a olvidar -dijiste- .
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven... Presente
Has de estar siempre en mi alma.
Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiós, adiós... -Me entregaste
tu mano suave y rosada,
y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
...Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga...
Yo no me atreví a mirarte,
pero sin verte, notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban las lágrimas.
Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento
y aquel temblor de tu alma.
Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
...Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.
SONETO DE LA DULCE QUEJA - FEDERICO GARCÍA LORCA
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
REMEMBRANZA - ELISABETH MULDER
Dulce momento de amor
de mi juventud primera,
me diste el fulgor
de una ardiente primavera.
Era el momento risueño
y propicio a la ilusión,
¡Ya nunca tan bello sueño
volverá a mi corazón!
Dulce momento de amor,
claro instante soñador
que acarició el alma mía,
tras de tu breve fulgor
me dejaste un amargor
de eterna melancolía.
“De sólo imaginarme…” - Alicia Larde
De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me sofoca,
y en ansias de ternura me atormento…
El alma se me vuelve toda oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.
Y después no comprendo, en la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego…
Si me quieres, Quiéreme entera... - Dulce María Loynaz
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!
si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... o no me quieras!
GOTA - ALFONSINA STORNI
El día que te acerques
vendrán mujeres muchas,
vendrán morenas bellas
y vendrán dulces rubias
a disputarte; y ellas
harán, con donosura,
tu elogio por lograrte,
sin acertar ninguna.
Y yo no tendré miedo
de morenas ni rubias,
pues cerraré los ojos
y te diré: Soy tuya.
Ausencia - MANUEL MACHADO
No tienes quien te bese
tus labios de grana,
Ni quien tu cintura elástica estreche,
dice tu mirada.
No tienes quien hunda
Las manos amantes
en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros
no se asoma nadie.
Dice tu mirada
que de noche, a solas,
suspiras y dices en la sombra tibia
las terribles cosas...
Las cosas de amores
que nadie ha escuchado,
esas que se dicen los que bien se quieren
a eso de las cuatro.
A eso de las cuatro
de la madrugada,
cuando invade un poco de frío la alcoba
y clarea el alba.
Cuando yo me acuesto,
fatigado y solo,
pensando en tus labios de grana, en tu pelo
y en tus ojos negros....
SI MIS MANOS PUDIESEN - FEDERICO GARCÍA LORCA
Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.
Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.
¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!
Risas Amargas - Emilio Carrere
Una tarde de Octubre, pensativa
te vi cruzar el bosque solitario.
¡Hondo pesar de tu alma enamorada
ibas tal vez llorando!
Al hallarte conmigo, sonreíste,
queriendo disfrazar tu cuita amarga,...
pero ¡ay! que tu sonrisa
era mucho mas triste que tus lágrimas.
No sé cómo mirar para encontrarte - Elías Nandino
No sé cómo mirar para encontrarte,
horizonte de amor en que me excito,
distancia sin medida donde habito
para matar las ansias de tocarte.
No sé cómo gritar para llamarte
en medio de mis siglos de infinito
donde nace el silencio de mi grito
movido por la sangre de buscarte.
Mirar sin que te alcance la mirada
sangrar sin la presencia de una herida,
llamarte sin oírme la llamada;
y atado al corazón que no te olvida,
ser un muerto que tiene por morada
un cuerpo que no vive sin tu vida.
Canción de las voces serenas - Jaime Torres Bodet
Se nos ha ido la tarde
en cantar una canción,
en perseguir una nube
y en deshojar una flor.
Se nos ha ido la noche
en decir una oración,
en hablar con una estrella
y en morir con una flor.
Y se nos irá la aurora
en volver a esa canción,
en perseguir otra nube
y en deshojar esa flor.
Y se nos irá la vida
sin sentir otro rumor
que el del agua de las horas
que se lleva el corazón...
La hora oportuna - Emilio Carrere
Si acaso no he conseguido
el amor y la fortuna,
es porque nunca he podido
llegar a la hora oportuna.
Porque amar... ¡Oh, yo sé amar
con violencia y pasión,
y nunca se ha de agotar
mi tesoro de emoción!
Yo sé que mi amada existe,
por quien mi alma está triste;
más nunca supe quien es...
porque a sus citas amantes
acaso he llegado antes
o muchos años después.
Eternidad - Dulce María Loynaz
En mi jardín hay rosas
yo no te quiero dar
las rosas que mañana...
mañana no tendrás.
En mi jardín hay pájaros
con cantos de cristal:
No te los doy, que tienen
alas para volar...
En mi jardín abejas
labran fino panal
¡Dulzura de un minuto...
no te la quiero dar!
Para ti lo infinito
o nada; lo inmortal
o ésta muda tristeza
que no comprenderás...
La tristeza sin nombre
de no tener que dar
o quien lleva en la frente
algo de eternidad...
Deja, deja el jardín...
no toques el rosal:
Las cosas que se mueren
no se deben tocar.
BALADA - Gabriela Mistral
Él pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
El irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
TARDE - Federico García Lorca
Tarde lluviosa en gris cansado,
y sigue el caminar.
Los árboles marchitos.
Mi cuarto, solitario.
Y los retratos viejos
y el libro sin cortar...
Chorrea la tristeza por los muebles
y por el alma.
Quizá
no tenga para mí Naturaleza
el pecho de cristal.
Y me duele la carne del corazón
y la carne del alma.
Y al hablar,
se quedan mis palabras en el aire
como corchos sobre agua.
Sólo por tus ojos
sufro yo este mal,
tristezas de antaño
y las que vendrán.
Tarde lluviosa en gris cansado,
y sigue el caminar.
Pena bien hallada - Miguel Hernández
Ojinegra la oliva en tu mirada,
boquitierna la tórtola en tu risa,
en tu amor pechiabierta la granada,
barbioscura en tu frente nieve y brisa.
Rostriazul el clavel sobre tu vena,
malherido el jazmín desde tu planta,
cejijunta en tu cara la azucena,
dulciamarga la voz en tu garganta.
Boquitierna, ojinegra, pechiabierta,
rostriazul, barbioscura, malherida,
cejijunta te quiero y dulciamarga.
Semiciego por ti llego a tu puerta,
boquiabierta la llaga de mi vida,
y agriendulzo la pena que la embarga.
Tus ojos - Luis Martínez Kleiser
Nunca me dicen tus labios
lo que me dicen tus ojos,
que confiesan tus antojos
o descubren tus agravios,
que me glosan tu dolor
o me infunden tu alegría,
que me lloran tu agonía
o me inundan de tu amor,
que me alumbran o me ciegan,
me curan o me maltratan,
me acarician o me matan,
me conceden o me niegan;
pero que, siempre locuaces,
me saben contar sinceros
tus exhortos más austeros
y tus sueños más audaces.
Tienen tus ojos el don
de alegrarme, entristecerme,
consolarme y conmoverme;
y es porque tus ojos son
ojos que saben hablar,
ojos que saben reír,
ojos que saben herir
y ojos que saben besar;
ojos que hielan o abrasan
y que, con nieve o con lumbre,
dan o quitan pesadumbre
por donde quiera que pasan.
Un día - Alfonsina Storni
Andas por esos mundos como yo; no me digas
que no existes, existes, nos hemos de encontrar;
no nos conoceremos, disfrazados y torpes
por los caminos echaremos a andar.
No nos conoceremos, distantes uno de otro
sentirás mis suspiros y te oiré suspirar.
¿Dónde estará la boca, la boca que suspira?
Diremos, el camino volviendo a desandar.
Quizá nos encontremos frente a frente algún día,
quizá nuestros disfraces nos logremos quitar.
Y ahora me pregunto… cuando ocurra, si ocurre,
¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
Farewell - Pablo Neruda
Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.
Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.
SOLEDADES - JAIME TORRES BOIDET
Quería en la misma flor,
de la de ayer, el aroma,
de la de hoy, el color...
Criterios de mariposa:
al alma por los sentidos,
por el perfume a la rosa.
¿Cómo podría expresar
con la palabra -tan lenta-
el corazón, tan fugaz?
Venía por los cerezos.
Sus labios entre las hojas
¿pedían frutas o besos?
Amaba el agua de la fuente,
pero más en el arroyo.
Pero más en el torrente.
No sabía distinguir
entre pensar y cantar,
entre hablar y sonreír...
Pude cortar, en sazón,
el racimo de tus viñas,
¡y no el de su corazón!
Si el hombre pudiera decir... - Luis Cernuda
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Si me llamaras... Pedro Salinas
¡Si me llamaras,
sí, si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
AMOR OSCURO - Manuel Altolaguirre
Si para ti fui sombra
cuando cubrí tu cuerpo,
si cuando te besaba
mis ojos eran ciegos,
sigamos siendo noche,
como la noche inmensos,
con nuestro amor oscuro,
sin límites, eterno...
Porque a la luz del día
nuestro amor es pequeño.
La forma de querer... - Pedro Salinas
La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: Jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.
Canción de amor - José Coronel Urtecho
Cuando ya nada pido
y casi nada espero
y apenas puedo nada
es cuando más te quiero
Canciones para la soledad - Eugenio Florit
Tú no sabes, no sabes
cómo duele mirarla.
Es un dolor pequeño
de caricias de plata.
Un dolor como un árbol
seco por la mañana.
Un dolor sin orilla
para dormir el agua.
Un dolor como el rastro
de la nube que pasa.
Tú no sabes, no sabes
cómo duele mirarla.
LA DESESPERACIÓN - Xabier Villarrutia
Si nada espero, pues nada
tembló en ti cuando me viste
y ante mis ojos pusiste
la verdad más desolada;
si no brilló en tu mirada
un destello de emoción,
la sola oscura razón,
la fuerza que a ti me lanza,
perdida toda esperanza,
es... ¡la desesperación!
La balada del amor tardío - Dulce María Loynaz
Amor que llegas tarde,
tráeme al menos la paz.
Amor de atardecer, ¿por qué extraviado
camino llegas a mi soledad?
Amor que me has buscado sin buscarte,
no sé qué vale más:
la palabra que vas a decirme
o la que yo no digo ya...
Amor... ¿No sientes frío? Soy la luna:
Tengo la muerte blanca y la verdad
lejana... -No me des tus rosas frescas;
soy grave para rosas. Dame el mar...
Amor que llegas tarde, no me viste
ayer cuando cantaba en el trigal...
Amor de mi silencio y mi cansancio,
hoy no me hagas llorar.
Poema 20... - Pablo Neruda
Puedo escribir los versos más tristes está noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
El tiempo es oro, mujer;
yo no lo puedo perder
en pedir ni en esperar.
Sé mía si lo has de ser;
si no, déjame marchar,
que el tiempo es oro, mujer.
¡El sol baja tan a prisa!
¡Llega tan pronto a su ocaso!
Hay que caminar de prisa,
hay que aligerar el paso.
¡El sol baja tan aprisa!
Me queda tanto que andar
y tanto por qué reír
y tanto por qué llorar.
¡Para lo que he de vivir,
me queda tanto que andar!
No te arrepientas después.
Piensa de qué vivirás
si dejas morir la mies.
¡Yo no ando nunca hacia atrás!
¡No te arrepientas después!
CUANDO VAYAMOS AL MAR... - DULCE MARÍA LOYNAZ
Cuando vayamos al mar
yo te diré mi secreto...
Mi secreto me parece
a la ola y a la sal.
Cuando vayamos al mar
te lo diré sin palabras:
Por debajo del agua quieta,
desdibujado y fugaz,
mi secreto pasará
como un reflejo del agua,
como una rama de algas
entre flores de cristal...
Cuando vayamos al mar
yo te diré mi secreto:
Me envuelve, pero no es ola.
Me amarga... pero no es sal.
MIS OJOS ACARICIARON - JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Mis ojos acariciaron
la gracia de su sonrisa;
era otoño y la mañana
estaba lluviosa y fría.
Yo le conté que mi alma
soñaba una dulce vida
en que el amor fuera todo:
flores, penumbras y espinas.
Le dije que ya llegaban
las tardes largas y frías
del invierno, y que las penas
eran mis únicas dichas.
Ella me miró serena
y me dijo entre sonrisas
que ya hacía mucho tiempo
que en silencio me quería.
Inventar la verdad - XABIER VILLARRUTIA
Pongo el oído atento al pecho,
como, en la orilla, el caracol al mar.
Oigo mi corazón latir sangrando
y siempre y nunca igual.
Sé por qué late así, pero no puedo
decir por qué será.
Si empezara a decirlo con fantasmas
de palabras y engaños, al azar,
llegaría, temblando de sorpresa,
a inventar la verdad:
¡Cuando fingí quererte, no sabía
que te quería ya!
Oración - Ignacio B. Anzoategui
Cuando muera no quiero
que me llores; apenas
que me mires dormido
entre las azucenas;
que me toques las manos,
y en el aire de acero
que me digas, me digas
simplemente: "Te quiero".
Adolescencia - Juan Ramón Jiménez
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
-El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño-.
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas
como quien pierde un tesoro.
-Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos-.
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.
ABRIL - JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Se vistió la nieve
de vagos carmines.
¿Me quieres?- me dijo
¡Te quiero!- le dije.
Me besó en la boca
con un beso inmenso.
Abril vino al mundo
y yo quedé muerto.
¡Oh, esta sed de ternura…¡ - ALICIA LARDE
¡Oh esta sed de ternura que me seca la boca,
y que pone en mi alma esa fiebre tan loca¡
¡Oh, este ardiente deseo de sentirme querida,
sin pensar en el hondo amargor de la vida¡…
¡Oh, este anhelo infinito de sentirme arrullada
con la suave caricia de una dulce mirada¡…
¡Oh, esta amarga tristeza de saber que los cardos
de mi ruta, no puedo convertirlos en nardos¡
¡y llevar en el alma la blancura del lirio¡
¡y vivir con la llama que consume a los cirios¡
y ser astro, ser ave, ser perfume, ser trino,
¡y tener que cruzar ignorada el camino¡
La despedida - GERARDO DIEGO
Aquel día -estoy seguro-
me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba...
-Me vas a olvidar -dijiste- .
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven... Presente
Has de estar siempre en mi alma.
Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiós, adiós... -Me entregaste
tu mano suave y rosada,
y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
...Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga...
Yo no me atreví a mirarte,
pero sin verte, notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban las lágrimas.
Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento
y aquel temblor de tu alma.
Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
...Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.
SONETO DE LA DULCE QUEJA - FEDERICO GARCÍA LORCA
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
REMEMBRANZA - ELISABETH MULDER
Dulce momento de amor
de mi juventud primera,
me diste el fulgor
de una ardiente primavera.
Era el momento risueño
y propicio a la ilusión,
¡Ya nunca tan bello sueño
volverá a mi corazón!
Dulce momento de amor,
claro instante soñador
que acarició el alma mía,
tras de tu breve fulgor
me dejaste un amargor
de eterna melancolía.
“De sólo imaginarme…” - Alicia Larde
De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me sofoca,
y en ansias de ternura me atormento…
El alma se me vuelve toda oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.
Y después no comprendo, en la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego…
Si me quieres, Quiéreme entera... - Dulce María Loynaz
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!
si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... o no me quieras!
GOTA - ALFONSINA STORNI
El día que te acerques
vendrán mujeres muchas,
vendrán morenas bellas
y vendrán dulces rubias
a disputarte; y ellas
harán, con donosura,
tu elogio por lograrte,
sin acertar ninguna.
Y yo no tendré miedo
de morenas ni rubias,
pues cerraré los ojos
y te diré: Soy tuya.
Ausencia - MANUEL MACHADO
No tienes quien te bese
tus labios de grana,
Ni quien tu cintura elástica estreche,
dice tu mirada.
No tienes quien hunda
Las manos amantes
en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros
no se asoma nadie.
Dice tu mirada
que de noche, a solas,
suspiras y dices en la sombra tibia
las terribles cosas...
Las cosas de amores
que nadie ha escuchado,
esas que se dicen los que bien se quieren
a eso de las cuatro.
A eso de las cuatro
de la madrugada,
cuando invade un poco de frío la alcoba
y clarea el alba.
Cuando yo me acuesto,
fatigado y solo,
pensando en tus labios de grana, en tu pelo
y en tus ojos negros....
SI MIS MANOS PUDIESEN - FEDERICO GARCÍA LORCA
Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.
Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.
¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!
Risas Amargas - Emilio Carrere
Una tarde de Octubre, pensativa
te vi cruzar el bosque solitario.
¡Hondo pesar de tu alma enamorada
ibas tal vez llorando!
Al hallarte conmigo, sonreíste,
queriendo disfrazar tu cuita amarga,...
pero ¡ay! que tu sonrisa
era mucho mas triste que tus lágrimas.
No sé cómo mirar para encontrarte - Elías Nandino
No sé cómo mirar para encontrarte,
horizonte de amor en que me excito,
distancia sin medida donde habito
para matar las ansias de tocarte.
No sé cómo gritar para llamarte
en medio de mis siglos de infinito
donde nace el silencio de mi grito
movido por la sangre de buscarte.
Mirar sin que te alcance la mirada
sangrar sin la presencia de una herida,
llamarte sin oírme la llamada;
y atado al corazón que no te olvida,
ser un muerto que tiene por morada
un cuerpo que no vive sin tu vida.
Canción de las voces serenas - Jaime Torres Bodet
Se nos ha ido la tarde
en cantar una canción,
en perseguir una nube
y en deshojar una flor.
Se nos ha ido la noche
en decir una oración,
en hablar con una estrella
y en morir con una flor.
Y se nos irá la aurora
en volver a esa canción,
en perseguir otra nube
y en deshojar esa flor.
Y se nos irá la vida
sin sentir otro rumor
que el del agua de las horas
que se lleva el corazón...
La hora oportuna - Emilio Carrere
Si acaso no he conseguido
el amor y la fortuna,
es porque nunca he podido
llegar a la hora oportuna.
Porque amar... ¡Oh, yo sé amar
con violencia y pasión,
y nunca se ha de agotar
mi tesoro de emoción!
Yo sé que mi amada existe,
por quien mi alma está triste;
más nunca supe quien es...
porque a sus citas amantes
acaso he llegado antes
o muchos años después.
Eternidad - Dulce María Loynaz
En mi jardín hay rosas
yo no te quiero dar
las rosas que mañana...
mañana no tendrás.
En mi jardín hay pájaros
con cantos de cristal:
No te los doy, que tienen
alas para volar...
En mi jardín abejas
labran fino panal
¡Dulzura de un minuto...
no te la quiero dar!
Para ti lo infinito
o nada; lo inmortal
o ésta muda tristeza
que no comprenderás...
La tristeza sin nombre
de no tener que dar
o quien lleva en la frente
algo de eternidad...
Deja, deja el jardín...
no toques el rosal:
Las cosas que se mueren
no se deben tocar.
BALADA - Gabriela Mistral
Él pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
El irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
TARDE - Federico García Lorca
Tarde lluviosa en gris cansado,
y sigue el caminar.
Los árboles marchitos.
Mi cuarto, solitario.
Y los retratos viejos
y el libro sin cortar...
Chorrea la tristeza por los muebles
y por el alma.
Quizá
no tenga para mí Naturaleza
el pecho de cristal.
Y me duele la carne del corazón
y la carne del alma.
Y al hablar,
se quedan mis palabras en el aire
como corchos sobre agua.
Sólo por tus ojos
sufro yo este mal,
tristezas de antaño
y las que vendrán.
Tarde lluviosa en gris cansado,
y sigue el caminar.
Pena bien hallada - Miguel Hernández
Ojinegra la oliva en tu mirada,
boquitierna la tórtola en tu risa,
en tu amor pechiabierta la granada,
barbioscura en tu frente nieve y brisa.
Rostriazul el clavel sobre tu vena,
malherido el jazmín desde tu planta,
cejijunta en tu cara la azucena,
dulciamarga la voz en tu garganta.
Boquitierna, ojinegra, pechiabierta,
rostriazul, barbioscura, malherida,
cejijunta te quiero y dulciamarga.
Semiciego por ti llego a tu puerta,
boquiabierta la llaga de mi vida,
y agriendulzo la pena que la embarga.
Tus ojos - Luis Martínez Kleiser
Nunca me dicen tus labios
lo que me dicen tus ojos,
que confiesan tus antojos
o descubren tus agravios,
que me glosan tu dolor
o me infunden tu alegría,
que me lloran tu agonía
o me inundan de tu amor,
que me alumbran o me ciegan,
me curan o me maltratan,
me acarician o me matan,
me conceden o me niegan;
pero que, siempre locuaces,
me saben contar sinceros
tus exhortos más austeros
y tus sueños más audaces.
Tienen tus ojos el don
de alegrarme, entristecerme,
consolarme y conmoverme;
y es porque tus ojos son
ojos que saben hablar,
ojos que saben reír,
ojos que saben herir
y ojos que saben besar;
ojos que hielan o abrasan
y que, con nieve o con lumbre,
dan o quitan pesadumbre
por donde quiera que pasan.
Un día - Alfonsina Storni
Andas por esos mundos como yo; no me digas
que no existes, existes, nos hemos de encontrar;
no nos conoceremos, disfrazados y torpes
por los caminos echaremos a andar.
No nos conoceremos, distantes uno de otro
sentirás mis suspiros y te oiré suspirar.
¿Dónde estará la boca, la boca que suspira?
Diremos, el camino volviendo a desandar.
Quizá nos encontremos frente a frente algún día,
quizá nuestros disfraces nos logremos quitar.
Y ahora me pregunto… cuando ocurra, si ocurre,
¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
Farewell - Pablo Neruda
Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.
Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.
SOLEDADES - JAIME TORRES BOIDET
Quería en la misma flor,
de la de ayer, el aroma,
de la de hoy, el color...
Criterios de mariposa:
al alma por los sentidos,
por el perfume a la rosa.
¿Cómo podría expresar
con la palabra -tan lenta-
el corazón, tan fugaz?
Venía por los cerezos.
Sus labios entre las hojas
¿pedían frutas o besos?
Amaba el agua de la fuente,
pero más en el arroyo.
Pero más en el torrente.
No sabía distinguir
entre pensar y cantar,
entre hablar y sonreír...
Pude cortar, en sazón,
el racimo de tus viñas,
¡y no el de su corazón!
Si el hombre pudiera decir... - Luis Cernuda
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Si me llamaras... Pedro Salinas
¡Si me llamaras,
sí, si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
AMOR OSCURO - Manuel Altolaguirre
Si para ti fui sombra
cuando cubrí tu cuerpo,
si cuando te besaba
mis ojos eran ciegos,
sigamos siendo noche,
como la noche inmensos,
con nuestro amor oscuro,
sin límites, eterno...
Porque a la luz del día
nuestro amor es pequeño.
La forma de querer... - Pedro Salinas
La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: Jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.
Canción de amor - José Coronel Urtecho
Cuando ya nada pido
y casi nada espero
y apenas puedo nada
es cuando más te quiero
Canciones para la soledad - Eugenio Florit
Tú no sabes, no sabes
cómo duele mirarla.
Es un dolor pequeño
de caricias de plata.
Un dolor como un árbol
seco por la mañana.
Un dolor sin orilla
para dormir el agua.
Un dolor como el rastro
de la nube que pasa.
Tú no sabes, no sabes
cómo duele mirarla.
LA DESESPERACIÓN - Xabier Villarrutia
Si nada espero, pues nada
tembló en ti cuando me viste
y ante mis ojos pusiste
la verdad más desolada;
si no brilló en tu mirada
un destello de emoción,
la sola oscura razón,
la fuerza que a ti me lanza,
perdida toda esperanza,
es... ¡la desesperación!
La balada del amor tardío - Dulce María Loynaz
Amor que llegas tarde,
tráeme al menos la paz.
Amor de atardecer, ¿por qué extraviado
camino llegas a mi soledad?
Amor que me has buscado sin buscarte,
no sé qué vale más:
la palabra que vas a decirme
o la que yo no digo ya...
Amor... ¿No sientes frío? Soy la luna:
Tengo la muerte blanca y la verdad
lejana... -No me des tus rosas frescas;
soy grave para rosas. Dame el mar...
Amor que llegas tarde, no me viste
ayer cuando cantaba en el trigal...
Amor de mi silencio y mi cansancio,
hoy no me hagas llorar.
Poema 20... - Pablo Neruda
Puedo escribir los versos más tristes está noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
TERCERA PARTE
Aparición primera - César González Ruano
No podía ni mirarla:
tenía miedo de verla
y de mirarme después
vacío de su mirada.
Al perderte yo a ti - ERNESTO CARDENAL
Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
TE ESTÁS MURIENDO DE MÍ - Concha Lagos
Te estás muriendo de mí;
de mí te llenas de vida
y yo sin decirte sí.
Y yo sin decirte nada,
tan sin quitar ni poner,
mira que mira la llama.
Mira que mira ya todo,
serena desde la orilla,
abarcando el mucho y poco.
Que no, que no me decido,
que al final todo se acaba;
prefiero seguir conmigo.
Prefiero correr mi suerte
sola con mi soledad,
sin dolerme de perderte.
COMO UN PÁJARO - JOSÉ LUIS HIDALGO
Como un pájaro herido
venía tu tristeza,
sus pobres alas mustias
sosteniéndote el alma.
Había un aire azul
con un cielo sin fondo
para volar...
Y el pájaro
leve de tu tristeza
voló a mi corazón
¡porqué tú me querías!
BESOS - Angela Figuera Aymerich
1. PRIMAVERA
¿Qué me miras, amante, qué miras?... Parece
que algo en tus ojos florece, florece…
Él no me contesta… se acerca, me mira…
No sé si sonríe, no sé si suspira…
y, en el hueco de mis manos quietas,
deja caer sus besos, como violetas.
2. VERANO
El sol de la tarde
arde, arde, arde...
Mi amante me mira, pero dice que
con el sol de la cara, casi no me ve...
Yo río por nada, con mi risa loca,
y él besa mi risa besando mi boca
3. Otoño
¡Qué dulces las uvas dulces!
¡Qué verdes tus ojos claros!...
Tú me mirabas, mirabas;
yo comía, grano a grano...
Y de pronto te inclinaste,
y me tomaste en los labios,
húmedos de zumo y risas,
un beso goloso y largo.
4. Invierno
El rostro lívido y yerto
del invierno se asomaba
a los cristales bañados
en llanto, de la ventana.
Llegaste de fuera, herido
de lluvia y vientos helados.
Tus manos, duras de frío,
se arroparon en mis manos.
Un beso fundió la nieve
que traías en los labios.
Elegía XII - Ricardo Molina
Dicen que el mes de mayo es el mes del amor,
pero yo me pregunto si hay alguna estación
que no lo sea, pues octubre te trajo al lado mío
y noviembre con sus grandes nubes y sus tormentas
fue el mes en que mi corazón dio sus rosas primeras.
Y en enero paseando por los campos, miramos
la luna entre los árboles como un fruto de plata
y luego te besé por el carril sombrío
que baja de la Huerta de los Arcos.
Y en marzo, cuando son tibias las lluvias,
unos celos furiosos, me asaltaron
porque me hablaste apasionadamente
de Juan Ramón -como si ya lo amaras-
y yo, intentando en vano ahogar mi tristeza
me fui, vencido y hosco, por las húmedas sendas.
Y en abril, cuando Córdoba huele a Semana Santa,
los altares cubiertos de flores redoblaron
nuestro amor y en la sombra violeta de los templos
juramos sernos fieles para toda la vida,
igual que aquellas aves que vimos una tarde
volar solas las dos por el aire suave.
Y en junio nuestro amor buscaba en los arroyos
las espesas moreras cuya sombra
nos transportaba al tiempo de las dulces bucólicas.
Venías a tenderte a mi lado en la arena
y nunca como entonces fueron bellos tus ojos
ni dorado tu pecho, ni encendidos tus labios.
Y en agosto te fuiste con tu familia a Málaga
de veraneo, y yo quedé en Córdoba solo,
y tu recuerdo, diariamente, al caer la tarde,
se alzaba por el Sur lo mismo que la luna,
y las aguas heladas de la alberca nocturna
y la cerveza amarga y fría, y los refrescos,
y los vinos que me ofrecían los amigos
no consiguieron desvanecer tu imagen
ni apagar en mi alma el deseo -de tu cuerpo.
Y, sin embargo, hay quien dice que la primavera
es el tiempo de los enamorados,
pero yo me pregunto
si hay alguna estación que no lo sea.
Lección final - Santiago Castelo
Ahora que tienes todo mi verano en tu mano,
que conoces mi pulso y el calor de mi sangre,
que me duermo en tus ojos de ternura y escucho
las canciones más dulces de la mar y la aurora;
ahora que he aprendido a escuchar tu silencio
y a perderme en tu pecho como en un paraíso,
enséñame, si sabes, a vivir de otra forma,
porque no sé vivir sin tu voz
ni sin tus brazos.
DEDICATORIA - LUIS GARCÍA MONTERO
Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.
RENUNCIO A MORIR - Carlos Sahagún
Era el otoño y la hoja de aquel árbol
temblaba.
También yo, también nosotros
teníamos un temblor nuevo, una nueva
y enfebrecida tarde. Como el mar
que rompe hacia las rocas y las vence,
así eras tú, estudiante. Conocía
tu soledad, tu cuerpo, desde antes
de ver tu cuerpo y ver tu soledad.
« ¿Estudias mucho? » «Estudio poco.» «¿Vives
poco?» « No, vivo mucho.»
Parecía
que tus palabras me arrastraban, era
todo tan nuestro de verdad, tan bello
de verdad, tan sencillo. Me acordaba
de aquel niño lejano que aún creía
en Dios, en sus milagros. (Madre, madre,
un día vendrá Dios hasta los pobres
y hará justicia.)
Mientras, era el campo,
fijamente mirábamos el campo
verde, universitario, lentamente
se humedecía la yerba. Era de oro
la hoja del árbol y temblaba, era
no sé de qué tu corazón y abría
sus puertas a la yerba verde y húmeda.
Náufragos del jardín, resucitábamos,
llegábamos a amarnos, me perdía,
me salvaba, dudé, toqué las llagas
de aquel paisaje con los dedos como
se toca un árbol, una flor, un cuerpo:
para creer. Olía a vida. Se
respiraba la vida.
De repente
alguien, el viento, nos dejó sin libros,
nos hizo dioses. Y quedamos solos,
frente a frente, mirando aquellos campos
solitarios, y libres, y vencidos,
a nuestros pies. Podía renunciarse
a morir ante aquel milagro. «Pero
¿me escuchas, me comprendes, vas conmigo?»
Era el otoño y la hoja de aquel árbol,
que era de oro de verdad, temblaba.
CERCANO JARDÍN - José Luis Hidalgo
Cercano jardín, las cosas
cobran, de pronto, presencia.
¡Qué bien están donde están
y en su plenitud se cierran!
Tú junto a mí. Qué dulzura
-tú y yo juntos, en la tierra-,
cómo siente el corazón
los propios golpes que encierra...
Tú me besas. Yo te doy
un beso donde me besas.
Tu mano en mi corazón
me acaricia muda y trémula.
Altos, los pájaros cantan
nuestro amor, nuestra tristeza.
PENSÁNDOLO DE PRONTO - Rafael Montesinos
Con voz de mi tierra quiero
-pues tierra mía tú eres-
decirte lo que te quiero.
Decirte que tú, mi niña…
Decirte que yo… Decirte…
Ay, ¿cómo te lo diría?
Lo digo de corazón.
¿La vida, si no es contigo,
para qué la quiero yo?...
DE LA OTRA ORILLA - MARÍA DEL PILAR SANDOVAL
Nos encontramos. Era la ribera
del tranquilo vivir sin ambiciones.
Nos encontramos. Nuestros corazones
se dieron a querer por vez primera.
Nos encontramos. Era primavera,
brisa de amor, no fuego de pasiones;
eran rosadas nuestras ilusiones,
un beso era una flor y no una hoguera.
Llegó el estío. Vimos la otra orilla,
y a ella quisimos ir. Una barquilla
nos dio la realidad de aquel empeño.
Y hoy vuela mi tristeza en un suspiro,
y se arrasan mis ojos, cuando miro
la ribera feliz donde hubo un sueño.
NADA MÁS - JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO
El aire de los chopos
y vuelvo a recordar
En un día de marzo
te fuiste. Nada más.
Una sonrisa tuya
o un gesto. Claridad
como la de tus ojos
no he visto. Nada más.
Luego días de ira
dolor y adversidad.
Y en medio de la noche
tu estrella. Nada más.
Por su fulgor perenne
contra la eternidad
te ofrezco unas palabras
de amor. Y nada más.
No podía ni mirarla:
tenía miedo de verla
y de mirarme después
vacío de su mirada.
Al perderte yo a ti - ERNESTO CARDENAL
Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
TE ESTÁS MURIENDO DE MÍ - Concha Lagos
Te estás muriendo de mí;
de mí te llenas de vida
y yo sin decirte sí.
Y yo sin decirte nada,
tan sin quitar ni poner,
mira que mira la llama.
Mira que mira ya todo,
serena desde la orilla,
abarcando el mucho y poco.
Que no, que no me decido,
que al final todo se acaba;
prefiero seguir conmigo.
Prefiero correr mi suerte
sola con mi soledad,
sin dolerme de perderte.
COMO UN PÁJARO - JOSÉ LUIS HIDALGO
Como un pájaro herido
venía tu tristeza,
sus pobres alas mustias
sosteniéndote el alma.
Había un aire azul
con un cielo sin fondo
para volar...
Y el pájaro
leve de tu tristeza
voló a mi corazón
¡porqué tú me querías!
BESOS - Angela Figuera Aymerich
1. PRIMAVERA
¿Qué me miras, amante, qué miras?... Parece
que algo en tus ojos florece, florece…
Él no me contesta… se acerca, me mira…
No sé si sonríe, no sé si suspira…
y, en el hueco de mis manos quietas,
deja caer sus besos, como violetas.
2. VERANO
El sol de la tarde
arde, arde, arde...
Mi amante me mira, pero dice que
con el sol de la cara, casi no me ve...
Yo río por nada, con mi risa loca,
y él besa mi risa besando mi boca
3. Otoño
¡Qué dulces las uvas dulces!
¡Qué verdes tus ojos claros!...
Tú me mirabas, mirabas;
yo comía, grano a grano...
Y de pronto te inclinaste,
y me tomaste en los labios,
húmedos de zumo y risas,
un beso goloso y largo.
4. Invierno
El rostro lívido y yerto
del invierno se asomaba
a los cristales bañados
en llanto, de la ventana.
Llegaste de fuera, herido
de lluvia y vientos helados.
Tus manos, duras de frío,
se arroparon en mis manos.
Un beso fundió la nieve
que traías en los labios.
Elegía XII - Ricardo Molina
Dicen que el mes de mayo es el mes del amor,
pero yo me pregunto si hay alguna estación
que no lo sea, pues octubre te trajo al lado mío
y noviembre con sus grandes nubes y sus tormentas
fue el mes en que mi corazón dio sus rosas primeras.
Y en enero paseando por los campos, miramos
la luna entre los árboles como un fruto de plata
y luego te besé por el carril sombrío
que baja de la Huerta de los Arcos.
Y en marzo, cuando son tibias las lluvias,
unos celos furiosos, me asaltaron
porque me hablaste apasionadamente
de Juan Ramón -como si ya lo amaras-
y yo, intentando en vano ahogar mi tristeza
me fui, vencido y hosco, por las húmedas sendas.
Y en abril, cuando Córdoba huele a Semana Santa,
los altares cubiertos de flores redoblaron
nuestro amor y en la sombra violeta de los templos
juramos sernos fieles para toda la vida,
igual que aquellas aves que vimos una tarde
volar solas las dos por el aire suave.
Y en junio nuestro amor buscaba en los arroyos
las espesas moreras cuya sombra
nos transportaba al tiempo de las dulces bucólicas.
Venías a tenderte a mi lado en la arena
y nunca como entonces fueron bellos tus ojos
ni dorado tu pecho, ni encendidos tus labios.
Y en agosto te fuiste con tu familia a Málaga
de veraneo, y yo quedé en Córdoba solo,
y tu recuerdo, diariamente, al caer la tarde,
se alzaba por el Sur lo mismo que la luna,
y las aguas heladas de la alberca nocturna
y la cerveza amarga y fría, y los refrescos,
y los vinos que me ofrecían los amigos
no consiguieron desvanecer tu imagen
ni apagar en mi alma el deseo -de tu cuerpo.
Y, sin embargo, hay quien dice que la primavera
es el tiempo de los enamorados,
pero yo me pregunto
si hay alguna estación que no lo sea.
Lección final - Santiago Castelo
Ahora que tienes todo mi verano en tu mano,
que conoces mi pulso y el calor de mi sangre,
que me duermo en tus ojos de ternura y escucho
las canciones más dulces de la mar y la aurora;
ahora que he aprendido a escuchar tu silencio
y a perderme en tu pecho como en un paraíso,
enséñame, si sabes, a vivir de otra forma,
porque no sé vivir sin tu voz
ni sin tus brazos.
DEDICATORIA - LUIS GARCÍA MONTERO
Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.
RENUNCIO A MORIR - Carlos Sahagún
Era el otoño y la hoja de aquel árbol
temblaba.
También yo, también nosotros
teníamos un temblor nuevo, una nueva
y enfebrecida tarde. Como el mar
que rompe hacia las rocas y las vence,
así eras tú, estudiante. Conocía
tu soledad, tu cuerpo, desde antes
de ver tu cuerpo y ver tu soledad.
« ¿Estudias mucho? » «Estudio poco.» «¿Vives
poco?» « No, vivo mucho.»
Parecía
que tus palabras me arrastraban, era
todo tan nuestro de verdad, tan bello
de verdad, tan sencillo. Me acordaba
de aquel niño lejano que aún creía
en Dios, en sus milagros. (Madre, madre,
un día vendrá Dios hasta los pobres
y hará justicia.)
Mientras, era el campo,
fijamente mirábamos el campo
verde, universitario, lentamente
se humedecía la yerba. Era de oro
la hoja del árbol y temblaba, era
no sé de qué tu corazón y abría
sus puertas a la yerba verde y húmeda.
Náufragos del jardín, resucitábamos,
llegábamos a amarnos, me perdía,
me salvaba, dudé, toqué las llagas
de aquel paisaje con los dedos como
se toca un árbol, una flor, un cuerpo:
para creer. Olía a vida. Se
respiraba la vida.
De repente
alguien, el viento, nos dejó sin libros,
nos hizo dioses. Y quedamos solos,
frente a frente, mirando aquellos campos
solitarios, y libres, y vencidos,
a nuestros pies. Podía renunciarse
a morir ante aquel milagro. «Pero
¿me escuchas, me comprendes, vas conmigo?»
Era el otoño y la hoja de aquel árbol,
que era de oro de verdad, temblaba.
CERCANO JARDÍN - José Luis Hidalgo
Cercano jardín, las cosas
cobran, de pronto, presencia.
¡Qué bien están donde están
y en su plenitud se cierran!
Tú junto a mí. Qué dulzura
-tú y yo juntos, en la tierra-,
cómo siente el corazón
los propios golpes que encierra...
Tú me besas. Yo te doy
un beso donde me besas.
Tu mano en mi corazón
me acaricia muda y trémula.
Altos, los pájaros cantan
nuestro amor, nuestra tristeza.
PENSÁNDOLO DE PRONTO - Rafael Montesinos
Con voz de mi tierra quiero
-pues tierra mía tú eres-
decirte lo que te quiero.
Decirte que tú, mi niña…
Decirte que yo… Decirte…
Ay, ¿cómo te lo diría?
Lo digo de corazón.
¿La vida, si no es contigo,
para qué la quiero yo?...
DE LA OTRA ORILLA - MARÍA DEL PILAR SANDOVAL
Nos encontramos. Era la ribera
del tranquilo vivir sin ambiciones.
Nos encontramos. Nuestros corazones
se dieron a querer por vez primera.
Nos encontramos. Era primavera,
brisa de amor, no fuego de pasiones;
eran rosadas nuestras ilusiones,
un beso era una flor y no una hoguera.
Llegó el estío. Vimos la otra orilla,
y a ella quisimos ir. Una barquilla
nos dio la realidad de aquel empeño.
Y hoy vuela mi tristeza en un suspiro,
y se arrasan mis ojos, cuando miro
la ribera feliz donde hubo un sueño.
NADA MÁS - JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO
El aire de los chopos
y vuelvo a recordar
En un día de marzo
te fuiste. Nada más.
Una sonrisa tuya
o un gesto. Claridad
como la de tus ojos
no he visto. Nada más.
Luego días de ira
dolor y adversidad.
Y en medio de la noche
tu estrella. Nada más.
Por su fulgor perenne
contra la eternidad
te ofrezco unas palabras
de amor. Y nada más.
YO ESTOY SOLO EN LA TARDE - Rafael Montesinos
Yo estoy solo en la tarde. Miro lejos,
desesperadamente lejos. Quedan
por el aire las últimas palabras
de los enamorados que se alejan.
Las nubes saben dónde van, mi sombra
nunca sabrá dónde el amor la lleva.
¿Oyes pasar las nubes, dime, oyes
resbalar por el césped mi tristeza?
Nadie sabe que amo. Nadie sabe
que si llegó el amor trajo su pena.
Yo estoy sólo en la tarde y miro lejos.
No sé de dónde vienes a mis venas.
Te me vas de las manos, no del alma.
Nos separan montañas, vientos, fechas.
El amor, cuando menos lo pensamos,
se nos viste de ausencia.
Estoy en soledad. Miro a lo lejos
oscurecer la tarde y mi tristeza.
Estoy pensando en ti y estoy pensando
que acaso en soledad también me piensas.
Yo estoy solo en la tarde. Miro lejos,
desesperadamente lejos. Quedan
por el aire las últimas palabras
de los enamorados que se alejan.
Las nubes saben dónde van, mi sombra
nunca sabrá dónde el amor la lleva.
¿Oyes pasar las nubes, dime, oyes
resbalar por el césped mi tristeza?
Nadie sabe que amo. Nadie sabe
que si llegó el amor trajo su pena.
Yo estoy sólo en la tarde y miro lejos.
No sé de dónde vienes a mis venas.
Te me vas de las manos, no del alma.
Nos separan montañas, vientos, fechas.
El amor, cuando menos lo pensamos,
se nos viste de ausencia.
Estoy en soledad. Miro a lo lejos
oscurecer la tarde y mi tristeza.
Estoy pensando en ti y estoy pensando
que acaso en soledad también me piensas.
LEJOS DE ABRIL - José María Plaza
Abril como tú, tenía
un corazón de perfil,
pero al irte de mi lado
no supe lo que sentir.
Desde ese día, en el año
no hay ni un domingo de abril;
ya no escucho ningún cuento
que tenga un final feliz,
y no brillan las estrellas
cuando me voy a dormir
Desde entonces mi sonrisa
ya no puede sonreír.
Amor como tú, tenía...
¡te tenía a ti, a ti!
Abril como tú, tenía
un corazón de perfil,
pero al irte de mi lado
no supe lo que sentir.
Desde ese día, en el año
no hay ni un domingo de abril;
ya no escucho ningún cuento
que tenga un final feliz,
y no brillan las estrellas
cuando me voy a dormir
Desde entonces mi sonrisa
ya no puede sonreír.
Amor como tú, tenía...
¡te tenía a ti, a ti!
DE ALGUNA MANERA - Luis Eduardo Aute
De alguna manera
tendré que olvidarte.
Por mucho que quiera,
no es fácil, ya sabes.
Me faltan las fuerzas,
ha sido muy tarde.
Y nada más, apenas
nada más.
Las noches te acercan
y enredas el aire,
mis labios se secan
e intentan besarte.
¡Qué fría es la cera
de un beso de nadie!
Las horas de piedra
parecen cansarse,
y el tiempo se peina
con gesto de amante.
De alguna manera
tendré que olvidarte.
De alguna manera
tendré que olvidarte.
Por mucho que quiera,
no es fácil, ya sabes.
Me faltan las fuerzas,
ha sido muy tarde.
Y nada más, apenas
nada más.
Las noches te acercan
y enredas el aire,
mis labios se secan
e intentan besarte.
¡Qué fría es la cera
de un beso de nadie!
Las horas de piedra
parecen cansarse,
y el tiempo se peina
con gesto de amante.
De alguna manera
tendré que olvidarte.