ANTOLOGÍAS POÉTICAS PARA COMPLETAR "TUS ELEGIDOS"
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ANTOLOGÍA POÉTICA MULTIMEDIAUna selección de poemas musicados, cantados o recitados.
Tiene una playlist en spotify a la que puedes acceder desde la imagen. |
GRANDES POETAS FAMOSOSActualmente está disponible en este sitio una selección de 129 grandes poetas originales de 21 países. Esta selección seguirá creciendo... sin prisa, pero sin pausa.
a media vozCANTIPOETAS |
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LOS NADIES
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la
Liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica
Roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la
Liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica
Roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos
OFERTA DE EMPLEO
Preciso señorita de ojos negros,
melena negra derramada en cascada por la espalda,
uno setenta y tres de altura,
estudiante de cuarto de arquitectura,
domiciliada en Vía Layetana, 17, octavo C,
Barcelona,
su teléfono ha de ser el 3 45 67 81.
Imprescindible que se haya leído tres vecesLa gran Eulalia de Paola Capriolo
y cumpla años (24 esta primavera) el 17 de Abril.
Se ha de llamar Marta Trullols Aymé.
Se le propone salir a tomar algo
(aunque no sea en serio).
Interesadas llamar al 4 53 17 04.
Absténgase quienes incumplan uno solo de todos estos requisitos.
JUAN BONILLA
Preciso señorita de ojos negros,
melena negra derramada en cascada por la espalda,
uno setenta y tres de altura,
estudiante de cuarto de arquitectura,
domiciliada en Vía Layetana, 17, octavo C,
Barcelona,
su teléfono ha de ser el 3 45 67 81.
Imprescindible que se haya leído tres vecesLa gran Eulalia de Paola Capriolo
y cumpla años (24 esta primavera) el 17 de Abril.
Se ha de llamar Marta Trullols Aymé.
Se le propone salir a tomar algo
(aunque no sea en serio).
Interesadas llamar al 4 53 17 04.
Absténgase quienes incumplan uno solo de todos estos requisitos.
JUAN BONILLA
POR QUÉ
Para Juan Miguel López A veces, De madrugada, Con el último trago Aún en la mesilla, El que pude haber sido Y ya nunca seré, Viene a sentarse En mi cama, Me mira, Y me pregunta Por qué. KARMELO C. IRIBARREN |
-II-
No laves las sábanas, amor mío nunca más al levantarnos hagas la cama. Deja las manchas, Los pelillos; que reine la arruga en el colchón, el sudor y el caldo, el aceite con que cocinan los enamorados. No laves. No hagas. No te levantes. Nada más vive tranquila, con esa paz que dejan las manchas que no se quitan. La escombrera de nuestro amor sepulte un día a los vecinos. Michel Gaztambide. |
ME PERMITE
«Soy yo. Estaba por aquí abajo. Invítame a un café.» «Estoy un poco liado.» «Es igual. Tú sigues con lo tuyo y yo hablo de lo mío con tu mujer.» Ji ji ji. Qué gracia. Y para cuando quieres darte cuenta la has cagado una vez más. «Sube, anda. Me estaba haciendo falta descansar cinco minutos...» |
Las más elementales faltas
de educación son las que más me han desarmado siempre. El proverbial «Me permite...». Te lo sueltan con la delicadeza de un revólver clavado en las costillas. Perdone. Me permite. ¿Puedo? ¿Molesto? ¿No te importa? En absoluto. Cómo me va a importar. Y abres la puerta. Y entran en tu casa. Y se comen tu comida. Y se fuman tu tabaco. Y se beben tu café. Y si no se follan a tu esposa y le dan por saco al perro es por pura casualidad. |
Dos horas más tarde,
se levantan se limpian la boca de la jeta y se rascan la del culo, eructan, encienden un cigarro, se meten tu mechero en el bolsillo, te dan un espaldarazo y se van. Silbando tan alegremente como el que sale de una barbería. Y tú te quedas boquiabierto y derrotado en medio del desastre y te acuerdas de su madre, y de la tuya. De cómo coño pudo ser que entre tantas cosas inservibles se olvidara de enseñarte la más fundamental: cómo cojones decir que no. Roger Wolfe |
LA CONDICIÓN URBANA
Detesto el autobús. La buena educación que nos obliga a ceder el asiento a esas señoras que hasta que no se sientan puede darles cualquier cosa fatal. Los empujones. El olor. Que nadie fume y tenga que aguantar todos los pormenores del infarto que le dio a no sé quién. Las leyendas que llevan en los flancos. Los frenazos. Y muchas cosas más que ahora me callo porque me bajo aquí. Karmelo C. Iribarren |
LA NOCHE
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta. Eduardo Galeano |
Hagamos un trato
Compañera usted sabe puede contar conmigo no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo si alguna vez advierte que a los ojos la miro y una veta de amor reconoce en los míos no alerte sus fusiles ni piense que deliro a pesar de esa veta de amor desprevenido usted sabe que puede contar conmigo pero hagamos un trato nada definitivo yo quisiera contar con usted es tan lindo saber que usted existe uno se siente vivo |
quiero decir contar hasta dos hasta cinco no ya para que acuda presurosa en mi auxilio sino para saber y así quedar tranquilo que usted sabe que puede contar conmigo Mario Benedetti |
Táctica y estrategia
Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible mi táctica es quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos Dedicatoria
La literatura nos separó: todo lo que supe de ti lo aprendí en los libros y a lo que faltaba, yo le puse palabras. Cristina Peri Rossi "Evohé" 1971 |
mi estrategia es
en cambio más profunda y más simple mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites. Mario Benedetti "Palabra"
Leyendo el diccionario he encontrado una palabra nueva: con gusto, con sarcasmo la pronuncio; la palpo, la apalabro, la manto, la calco, la pulso, la digo, la encierro, la amo, la toco con la yema de los dedos, le tomo el peso, la mojo, la entibio entre las manos, la acaricio, le cuento cosas, la cerco, la acorralo, le clavo un alfiler, la lleno de espuma, después, como a una puta, la echo de casa. Cristina Peri Rossi |
No me arrepiento de nada
Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido:
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio, me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la “niña buena”, la “mujer decente”
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
—ellas habitando en mí queriendo ser yo misma--
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto
de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora
como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
–en horas de oficina–
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones
infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.
Gioconda Belli
Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido:
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio, me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la “niña buena”, la “mujer decente”
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
—ellas habitando en mí queriendo ser yo misma--
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto
de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora
como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
–en horas de oficina–
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones
infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.
Gioconda Belli
Patricia Benito & Primero de Poeta
MIguel Gane
Marwan
César Brandon
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carlos salem |
Laura y El Sistema, por Pedro Andreu. Frida Ediciones. Cuarta Edición. Mayo 2016.
irene X |
diego ojeda |
ITZIAR MINGUEZ
(Barakaldo, País Vasco, España, 1972)
POETA/NARRADORA/GUIONISTA DE TV/LICENCIADA EN DERECHO
POETA/NARRADORA/GUIONISTA DE TV/LICENCIADA EN DERECHO
RADIOGRAFÍA DEL MIEDO
A Karmelo C. Iribarren Todos alguna vez hemos mirado debajo de la cama dentro del armario o detrás de la puerta en busca de un monstruo que nunca apareció en el fondo deseábamos que estuviera ahí poder nombrarlo darle forma luchar contra él con todas nuestras fuerzas pero nunca estaba eso sí que daba miedo (de Que viene el lobo, I Premio de poesía Nicanor Parra, Ediciones La Isla de Siltolá, 2016) |
ANATOMÍA
Quien situó el amor en el corazón el odio en las tripas y el miedo en la garganta olvidó decirnos dónde diablos colocar la indiferencia MODAS PASAJERAS Qué mal sientan algunas personas son como esas prendas que extiendes sobre la cama un día que decides hacer limpieza no te lo puedes creer las miras y piensas: ¿cómo pude ponerme esto? HORROR VACUI Nunca te asustó la hoja en blanco lo que de verdad temes más que nada en el mundo es que lo escrito se vuelva en tu contra Itziar Mínguez Arnáiz, de Que viene el lobo |