ANTOLOGÍA DE POEMAS DE AMOR (Y DESAMOR). KARMELO C. IRIBARREN
Y ME MIRABAS
Fuiste despojándote de todo hasta quedarte solo tú en ti desnuda en la carne de tu alma Tu piel chorreaba fuego Y me mirabas llamándome al mismísimo centro de la combustión. LA VERDAD
Nos hemos cruzado en el pasillo y, al mirarnos a los ojos, hemos visto la verdad: no queda nada que salvar. LA MUJERES
No sé qué tienen (además de lo que tienen), pero sin duda es mágico. Capaces, con un mínimo gesto, de hacerte desear no haber nacido nunca en un instante y que al siguiente te arrojes a sus pies, pasan siempre de largo. Sus miradas desarman. Sus caricias te pueden reducir a un pobre imbécil. Son como el alumbrado de la vida. Las mujeres. Lo máximo.Haz clic aquí para editar. SEGURO QUE ESTA HISTORIA TE SUENA
Al fondo de la barra una mujer; una mujer en principio como tantas: que fuma, bebe, ríe, charla, y se echa la melena para atrás; ya digo, como tantas. Hasta que su mirada se cruza acaso con la tuya -o a ti te lo parece-, y por un breve instante el tiempo se detiene, y esa mujer es única, y todo cambia, y todo puede pasar. Todo. También -como sucede casi siempre-, absolutamente nada. ESO ERA AMOR
Te veía llegar, cruzar la puerta, darme un besazo en el morro, mirarme a los ojos de esa manera única, como solo tú miras a los ojos: rompiendo el calendario. Te veía hacer esas cosas sencillas que tú haces para que el mundo entre en razón; y no sabía a quién darle las gracias.Haz clic aquí para editar. |
EL SOÑADOR
Encontronazo, esta mañana, después de varios meses, en una cafetería del centro. Con sutil diplomacia, muy serios y muy dignos los dos, hemos desviado la mirada. Pero a mí no me la das, donde hubo fuego hay brasa. Mucho me temo, amiga mía, que esto sólo puede acabar como empezó: sobre las sábanas. TODO ESO
Tus caricias, tu boca, el olor de tu pelo, el sabor de tu piel, lo que quieres que hagamos cuando nadie no oye, lo que me dices cuando nadie nos ve. La locura que instauras. DESDE QUE TÚ TE FUISTE
Los días se parecen unos a otros como dos gotas de ginebra de garrafa. LA MUJER DE MIS SUEÑOS
En todas las ciudades que he pisado me ha parecido verte: un autobús que arranca y que no cojo, o un ascensor cerrándose, o doblando una esquina hacia la noche, o al fondo, entre humo y voces, de un bar de madrugada... En cualquier sitio, siempre, tu imagen que aparece y desaparece. NI LA MENOR IDEA
Le había dicho que sí, que le quedaba bien, que me gustaba mucho, que estaba como dios con el vestido rojo. Se lo había repetido veinte veces, pero nada le parecía suficiente. Volvió a la carga. Quería saber por qué, cuál era la razón, que le dijese cosas. Le dije que realzaba su figura, la estilizaba, le imprimía carácter, y que además le daba un toque alegre, ligeramente golfo, juvenil..., en fin, lo que se dice en estos casos. Pero todo fue inútil. Me miró como si fuese un mueble roto, como se mira a un imbécil, justo antes de decírselo. Me llamó mentiroso, aguafiestas, falso. Me dijo que como poeta a lo mejor llegaba a algo -aunque eso también habría que verlo-, pero que como hombre desde luego era un puto desastre. Que no tenía ni la menor idea de cómo tratar a las mujeres. Que era más frío que un "témpano". Sí, eso fue lo que dijo. Lo sé porque, tras largarse de un portazo, miré en el diccionario la palabra. Y me hizo mucha gracia. Tanta, que escribí este poema. |